sábado, 27 de diciembre de 2014

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Hola. Les informamos que a partir de hoy sólo se publicarán artículos en el blog que lleva por título "Izúcar Heroica". Hemos decidido cambiar la denominación de nuestro proyecto para que éste tenga una mejor presentación, esperamos que sigan visitando nuestro blog; aquí el enlace http://izucarheroica.blogspot.mx/ ¡Gracias!

Historia de la Biblioteca Mariano Matamoros de Izúcar, contada a través de la vida de su bibliotecaria: María Teresa Ruvalcaba Bazán

El texto siguiente fue tomado del libro “Historias de la Red de Bibliotecas Públicas del Estado de Puebla” en la primera edición publicada en el año 2010; si bien el enfoque de este libro es describir el trabajo que han venido realizando las bibliotecarias, también proporciona información relevante sobre la fundación de cada biblioteca. Esta es la reproducción completa del apartado correspondiente a la biblioteca Mariano Matamoros, actualmente ubicada en el Palacio Municipal antiguo de Izúcar. A continuación la transcripción:

Región Izúcar de Matamoros
Integrada por 34 bibliotecas públicas municipales
La primera biblioteca de Izúcar de Matamoros fue fundada en el año 1966 por el Club de Leones con 2 mil volúmenes y tuvo su cede en la Casa de Cultura de esa ciudad. María Teresa Ruvalcaba Bazán llega a esa biblioteca en el año 1980. Impulsada por la necesidad imperiosa de sacar adelante a su familia pero también por el gusto de leer, Tere aprendió a amar su trabajo y con el tiempo fue imprimiéndole su sello principal. La simbiosis entre ella y su trabajo se convirtió en una fuente infinita de entusiasmo para llevar a cabo sus tareas y enfrentar la dificultades que se presentaban: ésta ha sido la constante en sus labores de bibliotecaria y, sobre todo, en sus labores de coordinadora de la región de Izúcar de Matamoros, componente de la red estatal. Hoy, a sus 77 años, el entusiasmo, el amor por su trabajo y el buen humor siguen siendo la marca personal de esta coordinadora regional que, inspirándose en las personas que la rodean, se siente lista para librar nuevas batallas.

Se podría afirmar que Tere llega al mundo de las bibliotecas casi por casualidad y seguramente por necesidad. “Entré en junio de 1980 cuando estaba el señor Ramírez como presidente ¡pero fue de chiripa! Yo había quedado viuda, había trabajado varios años en el ISSSTE pero como tenía 49 años en ninguna secretaría me daban trabajo. Quedé viuda con tres hijos de 10, 13, y 17 años para sacar adelante. El detalle es que no quedé pensionada y sacar adelante a tres niños estaba muy difícil. La persona que estaba atendiendo la biblioteca era la nieta de un señor que había durado 16 años allí, ella ya no podía hacerse cargo de la biblioteca por sus estudios y me pidió a mí que lo hiciera, pero como ella aparecía en la nómina me propuso que fuéramos a mitad de sueldo… Como a mí me urgía me dije ‘por qué no’. Así estuvimos como un año, luego ella ya se iba a recibir de educadora, habló con el presidente y me dejó de fijo. La verdad sí me gustó la oferta de trabajar, porque según mi idea, aparte de que me ayudaría económicamente, yo me dije: ‘¡Ay, voy a leer mucho porque hay muchos libros!’ pero el detalle es que es como la cocinera: ¡estás haciendo de comer y no puedes comer porque tienes que servir a todo mundo! ¡Así era acá, no tenía tiempo de ponerme a leer! Gracias al trabajo en la biblioteca, ya me pude hacer cargo de la renta… luego ya encontraría para la comida y la colegiatura. Mientras tanto, pude sacar adelante a los niños y por eso quiero tanto a la biblioteca.

En esta historia que acaba de comenzar, la biblioteca significó para Tere la salvación; ella decidió entonces retribuirle con creces, no solamente desde su trabajo de bibliotecaria sino como flamante coordinadora de la región de Izúcar de Matamoros. En efecto, en el año 1985 la vieja biblioteca se unió a la Red Nacional de Bibliotecas y fue trasladada al tercer piso del edificio de la presidencia municipal. Los 2 mil volúmenes fueron donados a una escuela local y la Red la proveyó de 5 mil libros. No pasó mucho tiempo para que esta historia de gratitud se convirtiera en una historia de interés profundo y sincero por el crecimiento del otro: “Era bonito eso de ver cómo se formaban las bibliotecas, era como ver una plantita crecer y uno sentía satisfacción, gusto. Tenía un grupo de muchachitas bien trabajadoras [las bibliotecarias de la región] y que les gustaba el trabajo de la biblioteca. Ponían empeño en los talleres, en tener la biblioteca toda coqueta, bien bonito se trabajaba, queríamos el lugar, era nuestra segunda casa”. El trabajo desplegado en la coordinación de su región es el testimonio exacto del entusiasmo y el amor que Tere profesa por el mundo de las bibliotecas, un amor que supo de alguna manera transmitir a sus colegas.

En el momento en que su biblioteca entró a la Red Estatal de Bibliotecas. Tere se convirtió en la coordinadora de la región Izúcar de Matamoros, hecho que desencadenó un doble efecto. Por un lado, el sello impreso por Tere a la coordinación contribuyó a que la Red marcara un antes y un después en la historia de las bibliotecas de Izúcar de Matamoros. Por otro, su nuevo rol de coordinadora fue el lugar ideal para que pudiera transmitir su entusiasmo a otras personas del mundo de las bibliotecas e impulsarlas a vivir, como ella las llama, “biblioaventuras”.

En el año 1982, la doctora Ana María Magaloni (en ese entonces directora general de bibliotecas) y el señor presidente Miguel de la Madrid, entre otros, empiezan a hacer las gestiones para conformar la Red Estatal de Bibliotecas. En el año 1985 la biblioteca de Izúcar de Matamoros pasa a formar parte de la Red: “En noviembre de ese año, le hablaron al presidente municipal para consultarle si quería formar parte de la Red de Bibliotecas. La condición para que se hiciera era que la Presidencia Municipal diera un local con luz y buena ventilación, que propusiera una persona para que fungiera como bibliotecaria y otra para realizar el aseo, y que proveyera el mobiliario. El compromiso de la Red era otorgar los libros y los anaqueles”. A partir de ahí, la vieja biblioteca del Club de Leones adhirió a la Red y se inauguró la nueva biblioteca regional, con un acervo de 5 mil volúmenes y bajo la atenta mirada del señor Moisés Fernández Cruz, por entonces presidente municipal, en el tercer piso de la presidencia en la calle Ignacio Comonfort.

Con la entrada a la Red y la designación de Tere a la cabeza de la coordinación en el año 1990, llegaron numerosas innovaciones que animarían la escena bibliotecaria de la región. Una de las grandes aportaciones de la Red Estatal de Bibliotecas fue la formación que ésta proporcionó a los bibliotecarios. Tere afirma que “antes de la Red, la biblioteca [la que ella atendía] era chiquita, se hacían estadísticas pero se las entregaban a una señora que era la esposa del señor que cuidaba la biblioteca. No sé si las mandaba a Puebla o a la Secretaría de Educación, sólo se anotaba qué libro se entregaba y a qué personas. Todo era muy sencillo y era muy adecuado porque la cantidad de habitantes era muy pequeña”. Con la llegada de la Red y la entrada de nuevas bibliotecas, el número de usuarios aumentó y la Red acompaño este cambio ofreciendo cursos de formación que respondieran a la nuevas necesidades: “Con la Red mejoró todo, nos dieron cursos de cómo dar el servicio, cómo acomodar, etiquetar, conocer las áreas de estudios, también cursos para el funcionamiento de las bibliotecas, cómo manejar las bibliotecas, los talleres de Mis Vacaciones en la Biblioteca, que constan todavía de cinco semanas entre julio y agosto y que a los niños les encanta porque para ellos es como un juego. En fin, toda la información de bibliotecaria la tuve por la Red”, afirma orgullosa Tere.

Por otro lado, con la llegada de la Red se instalaron muchas bibliotecas en la región que ahora debían entrar en contacto para optimizar sus posibilidades de éxito. Desde su lugar de coordinadora y, con el entusiasmo que la caracteriza, Tere empezó a tejer, poco a poco, los nudos que le darían consistencia a la Red y que harían que cada uno de los integrantes encontrará el sentido verdadero de mantenerse juntos. En el marco de esa iniciativa “en 1990 empiezo a citar a las demás bibliotecarias para organizar el grupo, se me ocurrió que era más fácil reunir a todo el montón para organizar el trabajo que debíamos realizar. Éramos doce bibliotecarias que nos organizábamos para visitar una biblioteca todas juntas cada mes, les ayudábamos a acomodar libros, les decíamos errores en los catálogos”, recuerda. Desde muy temprano Tere comprendió el valor de mantenerse unidos en esta Red, no sólo por el aprendizaje profesional sino como una manera de implicar a sus bibliotecarias de una manera más profunda y afectiva en el trabajo, a través de la consolidación de lazos entre ellas: “El grupo iba a todas las bibliotecas, todas dábamos ideas, trabajábamos mucho juntas y entonces pues ya había más relación entre nosotras”, comenta. El programa de Libros al Aire Libre fue un trampolín para consolidar la Red ya que, aparte de permitirles ir por todas las bibliotecas de la región para ofrecer su ayuda en cuestiones administrativas, también les permitió reforzar lazos entre ellas: “Cuando empezó el programa de Mis Libris al Aire Libre, les dije que lo organizaríamos, había que sacar los libros al parque, jugar con los niños, hacer manualidades, estar con la gente todo el día para que hubiera más vida en las bibliotecas, para que la gente que no más no es tener libros. El programa se lleva a cabo en zócalo de la comunidad, cada una de las doce se ocupaba de un detalle, como por ejemplo hacer publicidad sobre nuestra presencia allí. Hacer el diario mura, atender a las personas que llegaban, cosas con los niños. Íbamos por muchas bibliotecas y se lograban dos objetivos: me enteraba de lo que había en las bibliotecas, problemas y todo eso;  y también llevábamos la biblioteca afuera. A parte de todo eso, conocíamos las bibliotecas y sobre todo, nos conocíamos entre nosotras”, sonríe. Muchas “biblioaventuras” conserva Tere de esa época, como una sobre un grupo de muchachos que se vio seducido por las flamantes bibliotecas: “Cuando íbamos a acomodar los libros de la biblioteca, le pedíamos ayuda a una escuela técnica. Una vez nos mandaron ocho muchachos para ayudarnos. Luego de un momento de trabajo, ya no escuchábamos ruidos, nos acercamos y vimos todavía el montonal de libros [por acomodar] y el montonal de muchachos encima leyendo plácidamente. Les tomamos fotos en ese momento que fueron entregadas a la coordinación”, recuerda con mucho humor. Cada oportunidad de viaje a una biblioteca, más allá de la rudeza de las condiciones se transformaba en una fiesta: “Recuerdo otra anécdota, de cuando fuimos a San Bartolo Cohuecan, como en el año de 1993 o 1994, un lugarcito metidito entre Puebla y Morelos. Yendo hacía allí, llegamos a Teopan y el chofer nos dijo que ahí debíamos bajarnos porque estaban haciendo la carretera pero que desde allí podíamos llegar a San Bartolo. Tuvimos que caminar media hora en pleno campo para poder llegar a la biblioteca. Era en septiembre y había flores pericón, una amarillas que huelen mucho y con las que se hace las cruces del Día de San Miguel. Pues entonces luego de caminar por largo rato, llegamos a la biblioteca de San Bartolo con nuestro manojote de flores; ¡fue muy bonito!”.

Hoy los tiempos han cambiado y nuevos desafíos se presentan a esta coordinadora. Sin embargo, el entusiasmo demostrado sigue, se inspira de personas que la rodean y se prepara para librar nuevas batallas.

Entre los nuevos desafíos se encuentra el de motivar a jóvenes bibliotecarios a vivir esas “biblioaventuras”, en un contexto donde muchas cosas nos empujan a vivir de manera efímera y sin pensar en compromisos a largo plazo, aún menos en el campo laboral. Una de las preocupaciones de Tere hoy es que “la mayoría de las personas que llegan a bibliotecas a veces no tiene estudios, otras tienen estudios pero no les llama la atención el trabajo, ¡entonces con esos pensamientos no se puede hacer gran cosa!”, se lamenta. A parte de la dificultad para motivarlas, a Tere le resulta un tanto complicado moverse en las mismas condiciones que en 1990, no sólo porque los años no pasan en vano, sino porque los recursos económicos se han recortado y el desplazamiento entre bibliotecas se vuelve imposible. Frente a esta situación, Tere invita fervientemente a las bibliotecarias a acudir a la biblioteca regional para exponer sus dudas respecto al manejo de sus bibliotecas: “Cada mes me van a llevar las estadísticas y muy de vez en cuando voy a visitarlas. Si tienen dudas, me las llevan y en lo que quieran yo les ayudo”.

Otro de los desafíos que enfrenta la coordinación de Izúcar es la de la falta de adecuación del acervo de la biblioteca regional: “Ahorita tenemos el problema de que las bibliotecas están a nivel secundaria. Necesitamos libros a nivel superior porque en Izúcar ya hay cuatro universidades, hay cómo seis técnicas y para esas necesitamos libros de nivel superior. La Dirección de Bibliotecas nos dio ocho cajas de libros el año pasado. Tenemos más de 10 mil volúmenes, pero la mayoría es de secundaria”, afirma.

Una vieja batalla que viene librando Tere y que aún hoy es motivo de preocupación para nuestra bibliotecaria regional: darle más visibilidad a su biblioteca.  En efecto, desde su fundación como parte de la Red en 1985, ésta se encuentra en la tercera planta de la Presidencia Municipal, algo que no concuerda con los deseos de Tere: “Yo quería en planta baja porque cuando las personas pasan, si van a tener cita en una oficina, pueden esperar leyendo un libro. Pero no he encontrado apoyo. Desde noviembre de 1985 he insistido con eso pero hasta la fecha ha estado ahí”. Sin embargo el anhelo de Tere pareció encontrar eco en un presidente municipal de hace algunos años: “Él mando hacer una maqueta de la Casa Colorada, él quería poner allí la presidencia [ahí se encuentra actualmente] y en un constado hacer la biblioteca. Él quería hacer ahí la biblioteca y dejar un pedacito para que los niños se sentaran a leer mientras sus mamás están en el mercado, pero terminó su mandato y ya se dejó todo eso”.

Hoy por hoy, Tere asegura que los gobernantes “tienen otras ideas menos acondicionar la biblioteca en planta baja”. Sin embargo, no pierde las esperanzas: “Ya he hecho escrito, está la estación de trenes, que es un lugar antiguo, le hice la petición a un diputado y me lo ofreció pero como se dice por ahí ‘el ofrecer no empobrece el cumplir es lo que aniquila’ y ya no hicieron nada”, sonríe Tere.
En la lucha entablada en favor de la mejora de las condiciones de las bibliotecas de la región, Tere pone todo su entusiasmo, el mismo de hace más de 20 años, aunque mucho tiempo haya pasado. En esta historia de amor entre Tere y sus bibliotecas el hallar un motivo para seguir se vuelve fundamental y los encuentros realizados en ese camino son un ingrediente primordial para nutrir el espíritu de lucha. Al momento del ingreso en la Red, Tere conoció a un presidente municipal en su ciudad que se convirtió para ella en una fuente de inspiración importante en este camino recorrido, en el que para muchos tomadores de decisiones invertir en bibliotecas es una pérdida de recursos. Ese presidente municipal, el mismo que hizo construir la maqueta en la que la biblioteca tendría su lugar en la planta baja de la presidencia, cometió la “locura” de querer invertir en la biblioteca. “El señor Moisés Fernández Cruz era una persona, en paz descanse, analfabeta, no tenía ningún estudio. ¡Era una persona de campo pero mira situadito! Cuando le llevaban los oficios, los veía así nada más y decía: ‘Se los firmo pero me esperan un momento porque tengo que ver con calma de que se trata’. Ayudó en mucho a Matamoros, por ejemplo, el mobiliario de la biblioteca es el mismo que está hasta la fecha. Ningún presidente ha comprado nada desde entonces, él la acondicionó bonito, ¡regaló varias enciclopedias! Luego de él, han pasado varios profesionistas han pasado varios profesionistas por la presidencia y no han regalado nada para la biblioteca. ¿Cómo es posible que una persona que no tiene preparación se preocupe más por la educación que los que están de profesionistas?”, afirma Tere entre sorpresa y enojo.

María Teresa Ruvalcaba Bazán. Foto: Archivo Izúcar Mx 2014.
El entusiasmo de nuestra coordinadora/bibliotecaria se ha visto, en efecto, teñido por muchas emociones que la han acompañado a lo largo de todos estos años de trabajo en bibliotecas. Cuando de poner nombres a todo eso se trata, Tere afirma que la biblioteca “es mi forma de vivir, yo la quiero, amo mi trabajo”. Luego de haber escuchado tanto logro, tanta lucha, tanta emoción, tanta caída y vuelta a levantar, se podría concluir que la de Tere con sus bibliotecarias es una historia de amor. Una historia en la que de primeras llega la idealización, luego el enamoramiento, luego el conocimiento y la conciencia sobre el objeto de amor. Esta conciencia es la que permite entender que sin trabajo y energía, el amor – o la biblioteca - no se salva y esto no sólo entre los cuatro muros de la casa, sino también frente a los otros, a los que no creen, aquellos a los que de alguna manera uno debe convencer de que este amor sí vale la pena.


Después de muchos años de lucha, compromiso y recompensas, la energía para seguir continúa viva, cansada, pero viva al fin y lista para seguir alimentando esa llama y llevarla hasta las últimas consecuencias. Quizás la biblioteca llegó a la vida de Tere del mismo modo en que un amor llega a reemplazar algo que partió.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Arcos de Cucharilla Tradicionales de Izúcar

Compartimos este boletín informativo que emitió el Gobierno Municipal de Izúcar el 15 de Septiembre del año 2013; contiene datos precisos e interesantes acerca de los arcos de cucharilla que se confeccionan en Izúcar de Matamoros para adornar el Palacio Municipal cada 14 de Septiembre.

MILES DE IZUCARENSES APRECIARON LA TRADICIÓN DE LOS ARCOS DE LA INDEPENDENCIA

En un ambiente de patriotismo, miles de Izucarenses apreciaron el desfile y la colocación de los Arcos alusivos a los 203 años del inicio de la Guerra de Independencia de nuestro país, que fueron realizados por artesanos de los 14 barrios orientales y occidentales, y de las 2 colonias más representativas.

Los 16 arcos desfilaron por las principales calles de la ciudad, en donde miles de Izucarenses aplaudieron y se sintieron identificados con esta tradición que representa a los escudos con los que se defendían los “Itzocanos” y otras tribus en las batallas que sostenían ante sus acérrimos rivales, según lo escribe el Cronista de la Ciudad, Alfonso Gil Campos, en el documento intitulado “Efemérides de Izúcar”:

“Como ya es una tradición los Barrios Orientales y Occidentales; así como las Colonias San Miguel y el Calvario, se preparan  con anticipación al 14 de septiembre para formar una comisión de vecinos que van a los cerros de Tepexi de Rodríguez para  seleccionar y cortar las pencas de cucharilla (cactácea similar al maguey) que servirá para elaborar los ya famosos “Arcos de Cucharilla”, artesanías elaboradas  a base de un  armazón de bambú y bellamente adornado con cucharilla, flores y palma.

El origen de esta artesanía, se remonta a la época en que los itzocanos, como muchas otras tribus más, confeccionaban escudos (rodelas) de varas y carrizo, recubiertas con algodón y forradas con piel de animal  para protegerse  de las flechas y lanzas en las batallas.
Arcos de Cucharilla de Izúcar

Este mismo concepto lo aplicaron  a la llegada de los españoles y con la consiguiente conquista religiosa,  ya que elaboraron rodelas (coronas) a base de cucharilla y palma, pero ahora para servir de escudo y protección al Santísimo, por lo que es  muy común  ver en Izúcar cada tercer domingo  de cada mes, en la tradicional Misa de Minerva cuando llegan los de la Cofradía del Santísimo al templo de Santo Domingo;  de cada lado del Mayordomo que transporta el símbolo del Santísimo, vienen dos o más personas portando las rodelas como símbolos de protección al Santísimo, o como dicen  en los barrios “EL AMO”. Al entrar al templo la procesión, colocan el símbolo en el Altar Mayor y de cada lado del altar las famosas  rodelas protegiéndolos.

En la mayoría de los barrios confeccionan la gran variedad de adornos de cucharilla y palma, pero las rodelas (coronas) son exclusivamente para el Santísimo.

Cada 14 de septiembre se dan cita los vecinos de cada barrio para acompañar en un colorido desfile su correspondiente arco bellamente adornado; el contingente es acompañado por la banda de viento  o al ritmo de alguna música de acuerdo a los danzantes o bailables que le acompañen, como por ejemplo: Los Huehues, Los Chinelos, Los Doce Pares, etc. El desfile finaliza en el parque Pavón, para colocar en cada arco de la Ex-Presidencia Municipal estos bellos arcos adornados, que son muestra de las manos de artesanos Izucarenses, herederos de una gran tradición. Durante su colocación se deja escuchar el estruendo de los cohetes, acompañados de  la música de viento y de alguna danza o bailable”.

Cabe destacar que los arcos bellamente adornados, enmarcarán durante la noche del 15 de Septiembre, el acto protocolario del Grito de Independencia, y permanecerán durante todo el mes patrio con el objetivo de engalanar las fiestas patrias.

Los arcos se encuentran colocados bajo el siguiente orden:
1.-Colonia San Miguel.
2.-Barrio Oriental  de Santiago Mazatla.
3.-Barrio Oriental  de Los Reyes.
4.-Barrio Oriental de Santo Tomás.
5.-Barrio Oriental de San Juan Coahuixtla.
6.-Barrio Oriental de San Juan Piaxtla.
7.-Barrio Oriental de San Diego.
8.-Barrio Oriental de Santiago Mihuacán.
9.-H. Ayuntamiento.
10.-Barrio Occidental  de Santa Catarina.
11.-Barrio  Occidental de San  Bernardino.
12.-Barrio Occidental de la Asunción.
13.-Barrio Occidental de la Magdalena.
14.-Barrio Occidental de Santa Cruz Coatla.
15.-Barrio San Martín Huaquechula.
16.-Barrio Occidental de Santa Cruz Tecoxco.
17.-Colonia del Calvario.

De esta manera la población Izucarense vitaliza una de sus numerosas tradiciones, situación que posiciona culturalmente al municipio, como uno de los más importantes en el Estado de Puebla.

domingo, 31 de agosto de 2014

Décimas a Izúcar de Matamoros

Una composición del Profesor Isaac Zurita Vega

El cielo perdió una estrella
en su lindo firmamento,
vengo aquí y la encuentro
con donaire cual doncella
Izúcar eres tan bella
que me arrancas un suspiro,
ahora que te conozco y
miro en tu comba de arrebol.

Ciudad de antaño gloriosa
que los códices proclaman,
Itzocan así te llaman
por eso eres famosa
una obsidiana brillosa
significas en tus lienzos
fueron grandes los comienzos,
hasta que el ibérico llegó
y tus dioses destruyo
con saña, fuego e incienso.

Izúcar, vida en la historia,
presente en diversos modos
Don Mariano Matamoros
enaltece a tu memoria,
las blancas páginas de gloria
que a diario escribimos todos,
son polvos de aquellos lodos
convertidos en progreso,
tienen alegría en exceso
con magnífico decoro.

Campiña fértil, prodigio
y sol, lugar de culturas;
tantos barrios de iglesias santas
que le impuso el español,
gente que es todo amor
y en amistad portento,
como ese excelso convento
de Santo Domingo de Guzmán
que se logró encimar
sobre prehispánico templo.

La conquista hizo llegar
oleadas de religiosos,
esos frailes tan piadosos
prestos para transformar,
querían exterminar
la arraigada idolatra
y con sin igual felonía,
sobre pirámides caídas,
iglesias fueron construidas
con cantos y alegorías.

Cortés comunicó al rey
que en oratorios paganos
reunianse Itzocanos
contándose entre ellos cien.
Carlos Quinto y su ley
mando a todos a arrasar,
queriendo así sepultar
la raíz del mexicano,
que en territorio poblano
jamás pudieron sacar.

Así se puede observar
en cada barrio la cruz
que con católica luz
nos vinieron a implantar;
aquí se pueden contar
diecinueve construcciones
que brindan bendiciones
a los hombres y mujeres
desde hace muchos ayeres
rezando sus oraciones.
La arquitectura singular
del templo de Santiaguito
hace lucir muy bonito
el barrio de Mihuacán;
muy bellísimo el lugar
templo de la Asunción,
linda y culta construcción
como el templo a Magdalena,
en arquitectura buena
que se alumbra con el sol.

El de Diego Alcalá
del barrio de Chiconcoac,
es un templo a todo dar
donde Cristo encontrará,
venir a Izúcar será
una experiencia divina
pues en todo se adivina
del católico sus leyes
como el templo de Los Reyes
y el de Santa Catarina.

Anotemos en la lista,
siguiendo nuestro camino,
templo de San Bernardino
y el de San Juan Bautista
de Piaxtla y de Coahuixtla.
Repasando con esmero
a San Martín caballero
y que nos socorra la luz
los templos a la Santa Cruz
de Tecoxco y Serpentero.

En el barrio del chilar
Santo Tomás de Aquino
es un destello divino
que podemos preservar,
no tengo cuanto acabar
en esta ciudad querida,
quiero un árbol de la vida
o algo de cera escamada,
también la rodela afamada
de palma y cucharilla.

Expreso aquí mi contento,
queriendo invitar a todos
a Izúcar de Matamoros,
lugar que perdona el tiempo;
vayan mis versos al viento
con un saludo en la mano
del inspirado paisano
que les quiere con pasión
y entrega su corazón
del pueblo veracruzano.

lunes, 14 de julio de 2014

Arte y colorido en Izúcar de Matamoros*

El municipio Izúcar de Matamoros se localiza en el estado de Puebla y es una de las ciudades más pobladas de la entidad. En su escudo se representa un cuchillo de obsidiana, una encía roja y cuatro dientes blancos, así como varias huellas humanas. El primer nombre del lugar, Izúcar, proviene de un vocablo en náhuatl que se ha traducido de diferentes maneras, siendo las más aceptadas: Lugar de obsidiana, Lugar donde se trabaja la obsidiana y Lugar de camino de pedernal.

A partir del establecimiento de los españoles se convirtió en uno de los centros más importantes de cultivo y explotación de la caña de azúcar. Al primer nombre se añadió el apellido Matamoros en honor del teniente general Mariano Antonio Matamoros Guridi por haber liberado a Izúcar en 1812 y formar un ejército de dos mil 500 insurgentes.
Si viaja en transporte público tome en cuenta las siguientes dos rutas: tomar la carretera que va de la Ciudad de México a Puebla y luego seguir por el camino a Atlixco. Si el día está despejado tendrá una vista inigualable de los volcanes, especialmente del Popocatépetl. La segunda opción consiste en tomar la carretera que va a Cuernavaca, desviarse hacia Cuautla y seguir hasta Izúcar de Matamoros. El clima es caluroso así que conviene llevar ropa apropiada.

Aun cuando existen varios sitios de interés hay poca infraestructura turística. En el centro del poblado destaca la arquitectura civil y religiosa, algunos inmuebles datan del periodo virreinal (siglos XVI a XVIII). En las cercanías se encuentra una laguna donde se practica la pesca de trucha, así como varios balnearios.

La ciudad es poseedora de una gran tradición en fiestas populares. También en artesanía, especialmente piezas de barro cocido y policromado. Algunos artesanos han concursado y obtenido premios por el diseño, originalidad y calidad de sus creaciones. Sus piezas tienen gran demanda en México y en otros países.

Entre las fiestas de mayor tradición está la de Santiago Apóstol, el 25 de julio, que incluye actos litúrgicos y danzas tradicionales. La celebración es motivo de alegría para los habitantes y un gran atractivo para personas de otros municipios y entidades federativas. Es una ocasión especial para visitar el templo y probar la comida y dulces típicos, adquirir productos artesanales y disfrutar de los juegos mecánicos.

Un arte creativo
En Izúcar de Matamoros el arte de trabajar el barro es muy antiguo, se remonta a tiempos prehispánicos cuando se elaboraban objetos necesarios para la vida diaria, para comerciar o para formar parte de las ofrendas que se colocaban en honor de los dioses, o en los entierros de los altos dignatarios y guerreros.

Desde hace más de 250 años los artesanos de Izúcar empezaron a hacer figuras y piezas de barro cocido y policromado e imprimieron un sello distintivo a sahumerios, árboles de la vida y calaveras. Cada creación es única y dueña de un fino acabado y gran colorido.

Los árboles de la vida incluyen personajes y escenas relacionadas con la historia de la persona que encarga la pieza, o bien elementos relacionados con la historia local. Cada artesano crea su propio diseño, lo cual da variedad a la producción alfarera de Izúcar de Matamoros.

El uso de sahumerios es común en celebraciones religiosas como la del Jueves de Corpus Christi, realizada recientemente, y en los actos de culto de la Cofradía del Santísimo, durante todo el año. Se dice que hace tiempo los árboles de la vida estaban ligados al matrimonio. La pareja de recién casados recibía como obsequio y en custodia un árbol de madera que debía cuidar durante varios años, al término de los cuales se hacía una fiesta. Si la pareja seguía unida y había cumplido sus metas se le entregaba otro árbol, ahora de barro cocido y policromado que implicaba la continuidad del compromiso. El árbol de la vida es un símbolo de fertilidad y buenas cosechas.

Los talleres de los artesanos cuentan con las herramientas necesarias para realizar su trabajo. Las labores inician a temprana hora con la recolección del barro en determinados cerros o sitios. Luego se procede a su limpieza y preparación para obtener una masa que sea manejable. Las figuras y objetos resultantes se meten al horno a alta temperatura hasta quedar bien cocidos. Se dejan enfriar y se procede a pintarlos.

Cada proceso requiere de un tiempo específico y debe realizarse “como manda la tradición” para obtener buenos resultados. Las figuras de animales pequeños necesitan un armazón metálico, mientras que los árboles de la vida se sostienen únicamente con el barro endurecido.

El decorado es parte importante del proceso. La pieza debe estar previamente pintada de blanco para recibir el color. En épocas pasadas se utilizaba el blanco de España y los pigmentos se elaboran totalmente con productos naturales. Todavía se usan algunos tintes naturales. Los colores se entretejen y animan figuras de mariposas, cráneos, diablitos y corazones. Hay piezas grandes y pequeñas. A mayor trabajo mayor es el precio de la pieza; algunas incluso son de colección y otras tienen bajo costo pero gran calidad.

Cabe destacar el trabajo que realizan los descendientes de don Alfonso Castillo Orta, pionero en el arte de trabajar la alfarería. Sus descendientes han conservado por varias generaciones la tradición artesanal y son famosos por el diseño de sahumerios y árboles de la vida. La familia completa comparte con orgullo y entusiasmo el oficio que les heredaron sus antepasados.

La artesanía de Izúcar de Matamoros expresa la forma de ser de los habitantes y es motivo de orgullo para los mexicanos. Resulta sumamente importante apreciar y difundir este tipo de trabajo artesanal donde predomina la creatividad y el ingenio de nuestros artesanos.

De llamar la atención
Entre las construcciones de carácter civil más interesantes destacan: el Portal Hidalgo, el Ex Palacio Municipal, la Casa de Cultura y la Antigua Casa Colorada (que se encuentra en rehabilitación). Las antiguas construcciones conservan su belleza. Algunas tienen puertas o ventanas protegidas con diferente tipo de balcones. En la Casa de Cultura encontrará algunas piezas artesanales, lo mismo que en el auditorio municipal.
Destaca el templo de San Juan de Dios, el de Nuestra Señora de la Luz (construido en el siglo XVII), y la Parroquia de Santa María de la Asunción.

Se conserva un conjunto arquitectónico del siglo XVI que consiste en un convento y un templo dedicado a Santo Domingo. Su construcción se remonta a la segunda mitad del siglo XVI y los primeros años del siglo XVII. Destaca el presbiterio en forma de concha y el altar mayor. Tanto el altar principal como los laterales se realizaron en madera de cedro con finos acabados en estilo barroco. Están considerados entre los más bellos de México. En 1939 hubo un incendio que destruyó parte del templo y convento. En la restauración se respetó el estilo del inmueble. Cabe mencionar que el día de la fiesta patronal (8 de agosto) participan activamente los 14 barrios de la localidad y se reciben santos de otras poblaciones.

Para visitar el convento dominico se necesita permiso del párroco. Vale la pena conocer los corredores del claustro bajo y admirar los restos de pintura mural donde están representados santos y santas de la orden dominica. Cada personaje lleva un distintivo ligado a su vida. Los espacios son amplios, se puede acceder al refectorio (comedor) y cocina. Hay infinidad de detalles constructivos: haces de columnas, nervaduras en la bóveda del claustro, arcos en forma de flama, contrafuertes que realzan las proporciones de los muros, etc. Algunas “ventanas arqueológicas” permiten asomarse a otras etapas constructivas del inmueble.

A la entrada de la ciudad se ubica el templo de Santiago apóstol, famoso por las proporciones monumentales del santo y su caballo. En la calle principal se levantaron dos grandes arcos y un reloj. Caminar por la calle principal permite descubrir detalles de la imagen urbana.

Conocer más
En la plaza principal se levantó un monumento en honor al cura Mariano Matamoros y como un reconocimiento por su destacada participación en la lucha de Independencia de México.
En los alrededores existen otros atractivos: balnearios, acueductos ligados a antiguos cascos de haciendas azucareras y la laguna de Epatlán. En esta última puede realizar un recorrido en lancha. Viaje en familia y descubra el arte y la artesanía de México, un patrimonio de los mexicanos que vale la pena conservar y compartir.

*Artículo escrito por Yolanda Trejo y publicado en el portal digital de la revista Vértigo Político, con fecha de 11 de julio de 2014. Enlace http://www.vertigopolitico.com/articulo/37130/Arte-y-colorido-en-Izcar-de-Matamoros

miércoles, 2 de abril de 2014

IRRIGACION Y ESPACIO EN UN PUEBLO MEXICANO

Reflexiones de un pasado prehispánico
JAN A.J. KARREMANS
(Traducción libre de Manuel Sánchez Cruz, Manuel Sánchez Ramírez y Raúl Martínez Vázquez)

Izúcar de Matamoros presenta a los muchos forasteros que pasan por ella en su camino a los centros turísticos de Oaxaca, Chiapas o Yucatán, una imagen típica de una aculturada, más o menos moderna y muy cristiana, comunidad mestiza (1). Ni siquiera suficiente pintoresca para ameritar una visita prolongada. No es un lugar que un Antropólogo Mexicano, culturalmente educado, podría escoger para un trabajo de campo, pues la pobreza a simple vista, huelgas o actividades políticas la marcan como no interesante para el científico social “aplicado”. La mayoría de los pueblos y aldeas del campo mexicano comparten muchos aspectos de su cultura con un pueblo como el de Izúcar, pero permanecemos graciosamente ignorantes a los finos detalles de su existencia. Hay dos razones para este estado del problema. En primer lugar una tendencia existe entre los antropólogos culturales que estudian México a buscar el tiempo y de nuevo la compañía del indígena popular. Son considerados el único grupo exótico suficiente para garantizar una investigación de sus hábitos y costumbres. En segundo lugar esos pocos que si estudian una comunidad mestiza, muy a menudo lo hacen a un nivel más regional, restringiéndose ellos mismos a estudiar los aspectos políticos y socioeconómicos: pobreza, opresión o explotación son los temas principales. La religión, por ejemplo, es relegada si no considerada superflua. Hay unas pocas excepciones a esta situación, principalmente desde la primera mitad de este siglo (y tratando solamente en parte con las comunidades mestizas). En 1973 un estudio sobre el pueblo de Cholula apareció para investigar seriamente cosas de religión y administración tradicional, pero la falta de detalles comparado con los “estudios indígenas” es indignante (2).

Como consecuencia de este problema nuestro conocimiento del campo mexicano es muy escaso. Este artículo, es entonces, para mostrar las posibilidades de un acercamiento diferente. Más específicamente, trataremos de demostrar como la religión permea los dominios de los espacios políticos y agrícolas de la cultura de Izúcar de Matamoros. Mas allá de demostrar que sobre un nivel estructural estos varios dominios que son herederos de una tradición típica Mesoamericana.

Izúcar de Matamoros
El pueblo de Izúcar, con apenas 60,000 habitantes está situado en la parte centro oeste del estado de Puebla, sobre el filo de un caluroso pero fértil valle cruzado por varios ríos. La irrigación por canales hace posible dos o tres cosechas al año. Aparte de las principales siembras de maíz y caña de azúcar, una larga variedad de frutas típicas y otros productos tales como, arroz, son sembrados. En las partes del valle que no son irrigadas la tierra naturalmente es menos productiva. Pero las lluvias que caen de a mediados de mayo hasta mediados de octubre son usualmente suficientes para una seca temporada por año, consistiendo usualmente en maíz o frijol. Izúcar es el principal pueblo de una gran región del estado de Puebla. Organizaciones educativas y eclesiásticas son concentradas allí, y el hecho de convergen sobre los caminos a varias importantes partes del sureste mexicano, de allí que el comercio es una de sus mayores actividades. Ya en tiempos precolombinos fue un importatante centro urbano y un lugar donde los comerciantes aztecas recibían hospitalidad en su camino a las distantes partes de Mesoamérica. No es sorpresa que dentro de una década después de la conquista militar de México por los españoles, la Orden Dominicana construyo un monasterio en Izúcar para empezar la conquista espiritual en estas partes del país. En estos días no es muy común escuchar una lengua indígena en Izúcar, aparte de lo hablado por los pocos indígenas que vienen al pueblo, algunas veces por la perdida violenta, de tierra y trabajo en sus comunidades nativas. El mercado semanal el día lunes (no un día usual como el domingo, esto mismo es signo de importancia del pueblo) acapara vendedores y clientes de muchos pueblos, aldeas de esta parte del estado y de los estados vecinos de Morelos, Guerrero y Oaxaca. Un viajero puede descansar en uno de los muchos hoteles, ir al cinema y después disfrutar de diferentes burdeles. En conclusión, no hay razón para sospechar mucho del pasado precolombino al estar presente en este pueblo próspero. Pero debajo de la superficie se desenreda otro Izúcar. Un Izúcar que tiene una tradición que no solamente nos recuerda las culturas de la preconquista, sino que también contradice a esos investigadores quienes encuentran poco de importancia en comunidades labriegas fuera de la esfera de lo económico.

Divisiones espaciales
En un nivel espacial podemos distinguir en Izúcar varias divisiones, dos de las cuales trataremos en este texto: el centro con las partes externas del pueblo, barrios donde mayormente los labriegos viven; y en segundo lugar los siete barrios orientales y los siete occidentales (véase el mapa de acompañamiento). Estas distinciones son marcadas no solo físicamente por su localización, tipo de casa o vestido si no aun más en el ritual y en las varias formas de administración local. Como vemos la organización espacial está apenas relacionada con el comportamiento religioso y agrícola y también con la organización del tiempo. Para cualquiera que este familiarizado con las culturas Mesoamericanas la fusión del tiempo y espacio no es un tema común.
Representación esquemática de Izúcar de Matamoros. El nombre de cada iglesia es el mismo de todo el barrio; los números se refieren al orden de cada barrio en el sistema de irrigación. Las seis iglesias del centro no tienen número ya que no participan de este sistema.
La relación entre la parte central del pueblo y los barrios es muy a menudo antagónica. En actividad religiosa, intereses políticos, ocupaciones, niveles de educación, ingresos, y aun el vestir, la diferencia entre los dos grupos es bien marcada, no solamente por el observador fuereño si no también por los mismos miembros de ambos grupos. Aquellos del centro tienen un sentido de superioridad, el mismo que por ejemplo se muestran cuando están hablando acerca de un habitante de los barrios. Ellos entonces muy a menudo usan el termino barrieco (literalmente: persona que vive en el barrio), que tiene un fuerte significado despreciativo. En tiempos coloniales los españoles, mestizos y algunos negros e indios habitaron en el centro mientras que los barrios fueron exclusivamente indígenas. Una situación que fue impuesta y reforzada con medidas legales. El resultado de esta forma de planeamiento urbano sobre el presente día en Izúcar es interesante. En este texto nos concentramos en otra forma de organización espacial, la encontrada en los dos grupos de barrios (3).

Los barrios y su sistema de irrigación.
En el centro del pueblo, flanqueando el rio, los dominicos una vez construyeron el convento de Santo Domingo. Durante la colonia esta sirvió como parroquia de los indígenas, mientras la iglesia de Santa María era el centro espiritual de la gente de razón como eran los españoles y más tarde los llamados mestizos por ellos mismos. La Iglesia del ex convento aun funciona como la iglesia comunal de los barrios donde ellos establecen su punto de celebraciones. Cada uno de los catorce barrios también tiene su propia iglesia, el Santo Patrón ha prestado su nombre a todo el barrio. La gente que vive en cada uno de los barrios se siente obligada a este particular patrón para su prosperidad pero aun más para el bienestar de toda la comunidad. El sentimiento de pertenecer a un cierto barrio es muy fuerte y el orgullo de los miembros, por ejemplo sobre un particular adorno de su iglesia o santo patrón, en la ocasión de una fiesta religiosa, de las cuales hay unas pocas cada año. El mantenimiento del edificio de la iglesia es solamente un arreglo del barrio mismo, que también tiene que proveer la mayoría de parafernalia del cura que vive en el centro y que usa durante la misa.

Como una regla, cualquiera que viva en un cierto barrio es considerado un miembro de el, y una contribución a la exitosa empresa de un objetivo común, ya sea en efectivo o con trabajo, es mas o menos lo esperado. Las mujeres mas a menudo que los hombres pueden tener una lealtad a los dos barrios (en caso de que ellos se casen fuera de su propio barrio) como resultado de residencia patrilocal después del casamiento. Ellas podrían retener un sentimiento especial por el patrón del barrio en que nacieron, y servirán al santo en el barrio de su esposo.

Ordinariamente no hay una obligación estricta para proveer con las contribuciones mencionadas, salvo en el caso de un grupo muy especial de los miembros del barrio. Estos hombres, y algunas veces mujeres cuando ningún hombre en la familia es considerado viejo o de experiencia suficiente para ser la cabeza, son llamados usuarios o sirvientes. El primer término se refiere al hombre como un agricultor haciendo uso del agua a través de los canales del sistema de irrigación. El segundo termino se refiere a su rol como un miembro de la comunidad del barrio, que es a decir su obligación a servir al santo patrón en intercambio al agua de por vida. Dependiendo de la situación se hablará de cualquiera de los dos términos.

El número de usuarios por barrio es fijo, y ellos podrían aun referirse a ellos mismos cuando estén siendo discutidas cosas de irrigación, como los números. Tres barrios tienen la medida normal con 32 usuarios, uno es llamado barrio y medio y tiene 48 usuarios. Finalmente hay tres medios barrios con solamente 16 usuarios. Los primeros cuatro son llamados los grandes barrios, los otros tres los pequeños barrios. Los usuarios son las únicas personas en Izúcar con un titulo de irrigación del agua, heredado del padre al hijo mayor (4).

Fuera de este grupo de usuarios, cada barrio escoge su mayordomo (custodio de un santo en particular) del santo patrón. Esta es la tarea comunal más prestigiosa, así como los preparativos y cuidado de la fiesta anual del santo patrón, para hacerla celebrar con mucho esplendor como el mayordomo la pueda financiar. Cada barrio también seleccionará un usuario a ser su representante en la llamada Junta de Aguas de los Barrios Occidentales, la cual es junta de las aguas de los barrios occidentales que está hecha solamente de representantes de los siete barrios occidentales. Algunos miembros de la junta están activos diariamente con la distribución del agua y el manejo de quejas y preguntas.

Los conflictos con otros grupos en el sistema completo de irrigación, por ejemplo con los barrios orientales u otros pueblos, pueden ser llevados a las autoridades en la capital del estado. Los conflictos internos, y preferiblemente también aquellos con el bando oriental son tratados por la junta misma o en tratos o negociaciones con la junta de aguas de los barrios orientales. La mayoría de gente parece no estar disponible a gastar su tiempo y dinero en estas tareas. Específicamente el mayordomo se espera que gaste una buena cantidad de dinero en estas actividades, en camino a la celebración del santo y a la comunidad misma. Hay entonces un sistema de rotación que hace a cada usuario elegible a servir como mayordomo. Negarse a ello resultaría en la pérdida de sus derechos de irrigación de sus campos. “El agua es del santo patrón el provee al barrio de ella, entonces debemos servirle agradecimiento”. El barrio daría el titulo que se ha tomado de un usuario no cooperativo a otro de sus miembros. Si alguien tiene tierras pero sin titulo de agua (recordando que hay cierto número de títulos por barrio), el podría tratar de comprar el derecho a usar el agua de alguien que no la necesita. Esta podría ser una persona de otro barrio.

El comprador no adquiere algún titulo definitivo al agua, si no solamente el derecho a usarla por el periodo acordado. Esto podría ser desde un día a varios años, pero el vendedor de agua para irrigación sigue siendo responsable por el santo del barrio cuando llegue su turno. El grupo de cada barrio, entonces, es formado por esos hombres y sus familias, quienes participan en la agricultura y, como consecuencia de su derecho al agua, cumplen sus tareas religiosas. En orden para explicar las relaciones entre los barrios será necesario introducirse en algo mas detallado concerniente a la distribución del agua. El orden y la duración de la irrigación son fijos. El primero a recibir agua es el barrio de Santa Catarina, llamado la cabecera seguido por San Bernardino, La Asunción, La Magdalena, Santa Cruz Coatla, San Martin y finalmente Santa Cruz Tecoxco. Estos últimos tres son los llamados pequeños barrios, los primeros tres tienen 32 usuarios cada uno, y junto con la Magdalena (48 usuarios) son llamados los grandes barrios. La duración de la irrigación depende del número de personas que tienen titulo de agua en cada barrio. Cada uno tiene derecho a seis horas de agua cada vez que le toca su turno, independientemente de las dimensiones de sus tierras o la cosecha que haya sembrado. Un día es entonces dividido en cuatro partes iguales, como en tiempos precoloniales, empezando a las seis en punto de la mañana, cada parte es llamada un turno. Ya que cuatro personas tienen su turno en mismo momento, le sigue que 16 labriegos obtengan su agua cada día y noche. Un barrio como el de Santa Catarina entonces necesitara dos días y dos noches para satisfacer a sus 32 usuarios. Los pequeños barrios obtienen agua durante un día y una noche, mientras que La Magdalena recibe agua durante dos días y cuatro noches. El usuario que tiene un turno en el día obtendrá una vez cada once días sus seis horas de agua, un usuario con agua durante la noche obtendrá agua cada treceava noche. Entonces el ciclo total empieza un nuevo en el cientocuarentaycuatroavo día (11 x 13= 143 días).

Tiempo y espacio
El orden dado arriba de los barrios en el sistema de irrigación tiene su paralelo en varias actividades rituales. Considerando el importante simbolismo agrícola de la Cuaresma y la Pascua, daremos algunos ejemplos de estos periodos del calendario religioso.

En los primeros cinco viernes durante la Cuaresma uno de los siete barrios, cada vez uno diferente, se encargan de organizar varios rituales que en realidad pertenecen a la Semana Santa. De hecho en un corto periodo de tiempo toda la semana es escenificada. Los barrios vecinos visitan al que celebra, y juegan su papel en las procesiones. El primer viernes es celebrado por Santa Catarina, el segundo por San Bernardino, entonces viene La Asunción y La Magdalena, mientras Santa Cruz Coatla es responsable por el quinto viernes. Eso es exactamente el orden en cual estos barrios son irrigados. Durante la Semana Santa todos los barrios ponen un altar temporal pero altamente decorado en la iglesia comunal del barrio, la de Santo Domingo. Los barrios occidentales ponen el suyo a lo largo de pared occidental del templo, los barrios orientales a lo largo del muro contrario. De nuevo la misma secuencia prevalece. El primer altar temporal, cerca del altar mayor de la iglesia es puesto por Santa Catarina, el próximo San Bernardino, así subsecuentemente, hasta el último cerca de la entrada principal del templo, puesto por el barrio de Santa Cruz Tecoxco.

La responsabilidad para las celebraciones de la Semana Santa recae en un grupo de doce usuarios miembros de uno de los catorce barrios. Ellos representan a los barrios en cuestiones religiosas, a pesar de que su influencia es también notada en cosas de política. Cada año este grupo, llamado la Cofradía del Santísimo Sacramento, es seleccionado de un barrio diferente. El orden, que difícilmente puede ser una sorpresa, es el mismo descrito anteriormente para el sistema de irrigación. Por otra parte, la Cofradía va de unbarrio de la ribera oriental a un barrio de la ribera occidental, de regreso el próximo año va a un barrio oriental, etc. como se enlista enseguida: Santa Catarina, San Juan Coahuixtla, San Bernardino, Santo Tomas, La Asunción, Los Reyes, La Magdalena, Santiago Mihuacan, Santa Cruz Coatla, San Juan Piaxtla y entonces de nuevo, al barrio occidental de Santa Catarina. Estará claro que solamente cinco barrios de cada lado participan en este sistema de intercambio, los mismos que están obligados a celebrar uno de los cinco viernes durante la Cuaresma, y siguiendo el mismo orden. La Cofradía es un representativo de la comunidad de todos los barrios y juega un rol, junto con las dos juntas de agua, en la organización de acciones políticas conjuntas. El viejo convento podría en este caso servir como un punto de reunión.

Hemos vertido algo de luz sobre la relación entre irrigación y religión en un nivel temporal y espacial. Además, los barrios también muestran otras formas de organización espacial. No solamente son los siete barrios del lado occidental divididos en cuatro grandes barrios y tres pequeños, hay también una línea divisoria, formada por un camino, que los divide en cuatro barrios del norte y tres del sur. Sobre el lado oriental el resultado es un grupo de tres barrios del norte y cuatro del sur. Estos grupos muestran una tendencia al matrimonio endogámico y en la importante fiesta de Corpus Christi, un barrio representativo de cada uno de los cuatro cuadrantes pone un altar temporal afuera del templo en las esquinas correspondientes del atrio. El eje este-oeste además divide los barrios en dos grupos con una misma cantidad de usuarios: la parte norte tiene 2 x l6 + 2 x 32 usuarios y la otra mitad tiene 1 x 16 + 1 x 32 + 1 x 48 usuarios. Esto sirve a para reforzar la impresión de que el camino divisorio realmente funciona como un punto de referencia.

Como un ejemplo final de que tan importante la tendencia es para organizar la comunidad espacialmente, y como el número siete es por preferencia subdividido en tres y cuatro, lo siguiente nos servirá.

Tres de los siete barrios son conectados con un santo femenino: Santa Catarina, La Magdalena y la Asunción. Los otros cuatro tienen que ver con santos masculinos: San Bernardino, San Martin y los dos Santa Cruz, la sagrada cruz donde Jesucristo fue crucificado. Estos cuatro están dirigidos el este, mientras las iglesias femeninas esta orientadas hacia el oeste. Probablemente esto no es coincidencia si recordamos que en la cosmología precolombina esta fueron de hecho las direcciones cardinales de lo masculino y femenino respectivamente. Debe ser también recordado aquí que después de la conquista, los indígenas mismos fueron los constructores de nuevas capillas e iglesias, muy a menudo justo sobre las ruinas de los templos idólatras destruidos, lo cual explicaría la continuación de ciertas características precolombinas en edificios católicos. Estará claro de todo esto que los barrios están conectados a ciertos puntos en tiempo y espacio. Esencialmente el numero siete y sus partes constituyentes, los números tres y cuatro, han sido mostrados como juegan un rol en la organización del espacio (5). En el próximo párrafo mostraremos como otro número se refleja espacialmente.

El centro, en su relación con los barrios occidentales, nos provee con una forma interesante de organización temporal y espacial. Durante la mencionada Semana Santa, en la noche del Jueves Santo, miles de gentes de los barrios y el centro de Izúcar van a rezar enfrente de diferentes imágenes de Cristo en los templos, (todos los que tiene que ver con la Pasión) y de su Dolorosa Madre en siete diferentes iglesias: es la tan mencionada visita de los siete altares. Después de dejar algunas monedas, les es dado un pequeño cordón, pintado en colores diferentes en cada templo, que los ayudará en tiempos de enfermedades, especialmente de la garganta. Esto es una imagen del cordón que fue colocado en el cuello de Cristo. La gente usualmente lo usa alrededor de su cuello. Hay solamente seis iglesias en la parte central de la ciudad, entonces para completar la visita de siete altares los participantes van a la iglesia del barrio de Santa Cruz Tecoxco. Para esta ocasión es considerada como una iglesia del centro como las otras seis. Entonces podríamos decir que durante este periodo del año el centro tiene la misma cantidad de iglesias (y por lo tanto barrios) como los otros dos grupos que forman la comunidad de Izúcar: siete.

Aunque el número normal de iglesias en Izúcar podría no ser coincidente: en total son veinte. Este numero y sus múltiplos fueron de particular importancia antes de la conquista de México. Podríamos mencionar por ejemplo los 20 periodos de trece días, el mes de veinte días o aun que la capital azteca estuvo dividida en veinte barrios. Su importancia es atestiguada por su uso continuo en pueblos nativos, pero también en comunidades mestizas como Izúcar donde en el mercado muchos precios o la cantidad de artículos son dados en términos de veinte: 20 veinte pesos por una sandia o 75 pesos por veinte naranjas. Los siete mayordomos de los barrios occidentales deben tradicionalmente organizar un total de 20 fiestas religiosas cada año, a pesar en realidad de que ellos podrían dejar alguna fuera por falta de dinero o interés. Como una manifestación espacial de este numero encontramos que estos barrios son subdivididos en 40 manzanas (6).

Lo precedente podría ser un poco confuso en el sentido de que un asentamiento se compone de unidades pequeñas y es estructurado espacialmente por diferentes principios de orden. Un principio es la tendencia dualística que parece ser un rasgo recurrente en la organización espacial Mesoamericana (7). En Izúcar esto ocurre en diferentes niveles: Hay veinte unidades, dispuestas sobre dos lugares opuestos: centro y barrios. Los barrios, en su turno, están divididos en siete orientales y siete occidentales. Finalmente, los siete barrios occidentales están subdivididos en grupos de tres y cuatro, en varias maneras: el sur contra el norte, femenino contra masculino y pequeño contra grande.

Los Calpullalli
En la sección previa hemos visto como el tiempo agrícola y religioso (la irrigación y las ceremonias de Cuaresma) están relacionados uno al otro vía ciertos puntos en espacio, es decir los grupos localizados llamados barrios.

También hemos visto que ciertos números juegan un rol mayor en este orden, aun del centro en su relación a estos barrios. Nos hemos referido, en orden a reforzar nuestro argumento, al pasado precolombino de esta área. En los siguientes párrafos trataremos de indicar cual es exactamente la conexión con el pasado, en términos de espacio e irrigación.

Está claro por ahora que los barrios son las unidades básicas del sistema de irrigación. Las reglas que regulan este sistema son casi una completa reproducción de las reglas que gobernaron el sistema de los barrios comunales en las aldeas indígenas en el tiempo de la conquista, en los principios del siglo XVI. Uno podría concluir que el agua comunal debiera haber sido administrada en Izúcar en mucho de la misma manera como lo fue la tierra comunal. Mucho ha sido escrito sobre el tema de concesiones del manejo de tierra preespañola, especialmente la tierra comunal, pero no hay casi nada sobre los derechos del agua. Sobre bases de datos etnográficos recolectados en Izúcar durante algunos pocos años, esperamos llenar este espacio. Más particularmente, algunas de las preguntas planteadas por Palerm (1974:16) sobre el tema de propiedad del agua podrían tener aquí una respuesta tentativa.

El predecesor azteca del barrio moderno es el llamado calpulli (literalmente: la gran casa; en plural. calputin), término que aun en estos días sigue en uso en algunos lugares. Hay todavía un debate acerca de cuál fue el carácter preciso del calpulli, pero podríamos seguir de manera segura la descripción de van Zantwijk como siendo suficientemente general para cubrir si no todos, la mayoría los casos:

Como una regla los calpultin formaron unidades territoriales contiguas, habitadas por descendientes o afines de uno o más antepasados míticos o históricos. Ambos criterios el territorial y el de parentesco no siempre fueron aplicables. La obligación a un centro ceremonial particular es entonces la definición más general de pertenencia a un calpulli. (van Zantwijk 1977:154; cf. 1985:16-17, 82.

En Izúcar todos los tres criterios parecen jugar un rol, a pesar que ninguno de los tres es suficiente para considerar a alguien miembro de un barrio. Uno puede vivir fuera del barrio y aun así ser considerado un miembro activo. La tendencia endogámica enlazada con el bien conocido sistema del compadrazgo, tiende a hacer lo más posibles, pero ciertamente no a todos los miembros, parientes rituales. Desde que el barrio es personificado en su Santo Patrón es entendible que la persona quien un día vino vivir en el y quien consistentemente paga sus respetos a ese patrón, será considerado uno de sus miembros. Es también entendible que esas gentes que reciben de un barrio el derecho al uso de algo de su agua, se espera (con el castigo de de perder el agua si no lo hacen) que ellos cooperen para el Santo Patrón.

Regresemos atrás, al predecesor del barrio, el calpulli. De las muchas diferentes clases de propiedad de tierra una en particular ha recibido atención de los estudiosos del México prehispánico: la propiedad comunal, calpullalli (literalmente: tierra del calpulli). Esta tierra fue adueñada de tal manera que recuerda en alto grado la forma de propiedad del agua para irrigación en el Izúcar actual. Para hacer una comparación más fácil de las características del sistema calpullalli, que se distingue de otras formas de propiedad de tierra privada o comunal en el México Indígena, y las del sistema de irrigación se presentan las columnas correspondientes:

Calpullalli
Agua para irrigación
1. Tierra propiedad del calpulli
1 El agua es propiedad del barrio;
2. Calpulli administra el derecho
2 El barrio administra el derecho a usar el agua para irrigación;
3. El derecho es dado a un miembro del calpulli;
3 El cabeza de la familia recibe este derecho, preferiblemente alguien del barrio;
4. El derecho es heredado o regresado a las autoridades del calpulli;
4 El derecho es heredado, preferiblemente por un hijo o en custodia por una viuda;
5. Hay una obligación para trabajar la tierra, si no el calpulli quita el derecho y redistribuye la tierra;
5 No hay obligación para usar el agua por sí mismo, pero venderla no es apreciado;
6. La cosecha pertenece a quien la cultiva;
6 La cosecha le pertenece al usuario del agua;
7. Algunas porciones de la tierra fueron cultivadas comunalmente para pagar a las autoridades y las instituciones del calpulli;
7 Algunos turnos son reservados para el mayordomo del santo patrón o para la iglesia del barrio directamente;
8. Los miembros del calpulli contribuían a:
*trabajo en la tierra comunal,
*tributo en forma de productos y servicio personal para el señor,
*servicios religiosos y administrativos
8 Los usuarios cuidan de:
*Mantenimiento y limpieza de loscanales
*tareas políticas y religiosas obligatorias en el barrio como flores y velas para la iglesia. Si estasactividades no se realizan el barrio
podría quitar el derecho al agua.

De fuentes tempranas coloniales es sabido que el sistema de irrigación de Izúcar data desde antes de la llegada de los españoles, que capturaron el pueblo en septiembre de 1520 con la ayuda de aldeas indígenas vecinas. Del párrafo precedente se deduce que la forma en que el sistema trabaja, también viene desde un tiempo atrás. Podríamos entonces concluir:

  1. Hay una íntima relación en el nivel especial y temporal entre el sistema de barrios y el sistema de irrigación.
  2. Ambos sistemas tienen una estructura prehispánica.
  3. El sistema barrio encuentra su expresión en el comportamiento religioso.
  4. Estos tres aspectos están relacionados uno al otro en una manera directa: la relación entre barrios y religión existe por definición mientras la relación entre barrios e irrigación es directa en el sentido de que uno es dueño del otro. Para ponerlo en otras palabras: los barrios en Izúcar existen solamente como unidades distintas porque tienen su propia iglesia y porque tienen sus propios derechos al agua. Finalmente irrigación y religión están conectadas simplemente por el hecho de que el santo provee el agua, los usuarios son por consecuencia los titulares de los oficios religiosos.
  5. Por otra parte, las relaciones temporales y espaciales entre religión e irrigación van a ser encontradas meramente en el nivel del modelo indirecto; alguien podría decir: a través de los barrios como una categoría intermedia.

Observación final
La naturaleza del comportamiento religioso y pensando en Izúcar es, a un cierto punto prehispánico, lo cual no es esperado en una comunidad que es completamente mestiza. Como ha sido explicado, lo mismo aplica al sistema de barrios que al de irrigación. Todos los tres sistemas son expresiones de un mismo núcleo cultural subyacente, el cual hace las interrelaciones entre ellas posibles y a un cierto grado explica la naturaleza que las varias relaciones toman:
Casi no tenemos información cultural específica sobre la comunidad de Izúcar en los días en que era conocida como Itzocan, antes de la conquista. Asumiéndolo como parte de un campo de estudio antropológico (8), por ejemplo Mesoamérica, y por consecuencia extrapolando elementos de la llamada cultura Mesoamericana a la cultura de Izúcar en la víspera del arribo de los españoles, ha sido posible mostrar las conexiones de la comunidad actual con la Itzocan antigua.

NOTAS
  1. La investigación en la cual está basado este texto ha sido posible gracias a la Fundación Holandesa para los Avances de la Investigación Tropical (WOTRO).
  2. Guillermo Bonfil Batalla, 1973.
  3. Véase para un más completo análisis de la relación entre centro y barrios: Bonfil Batalla, 1973, pp. 277 ff.
  4. Hace dos décadas todo el sistema sobre lado oriental fue atacado por una agencia agraria gubernamental, con la ayuda de unas pocas gentes de los barrios orientales. Los usuarios de este lado se vieron ellos mismos forzados a alterar en muchas maneras el sistema de rotación de su agua. Como resultado de lo anterior la descripción dada en el texto no aplica en varios detalles a la situación en la cual los barrios orientales se encuentran ellos mismos hoy. Esto, de todas maneras, no cambia la relevancia de las conclusiones principales para ambos lados del rio.
  5. Hay muchos ejemplos del uso del número siete para divisiones territoriales y sociales. La capital de Imperio Azteca se formaba de 20 barrios, pero siete de estos fueron los originales. Al asistir con su señor en Texcoco los catorce jefes regionales estaban sentados a lo largo de las paredes opuestas en dos filas de siete. La capital tolteca Tula y las seis provincias interiores fueron conectadas con siete provincias del exterior (Zuidema 1965 : 114 -6). Redfield (1941: 69-70) y Lewis ( 1960: 50) encontraron una subdivisión de siete en dos grupos de tres y cuatro barrios en el pueblo de Tepoztlán. Para ejemplos más en concreto véase Nutini (1961:62 ff), Muller (1973:37), Piho (1975:297).
  6. El numero veinte, además de sus funciones en Izúcar, denota periodos de tiempo. Aunque este número también jugó un rol en la doctrina Cristiana, su continua ocurrencia en Izúcar y en otras partes de México se debe a la importancia dada a éste por muchas culturas Mesoamericanas. El uso español de ese número solamente sirvió para reforzar más la posición de este elemento. Véase para una discusión de este tema: Karremans, 1984 y 1985.
  7. Véase por ejemplo Kubler (1968:123 ff).
  8. El significado e historia del concepto “Trabajo de campo de estudio antropológico” y el concepto relacionado de “núcleo cultural” son tratados en algunos de los otros documentos en esta compilación, véase especialmente el articulo de de Ruijter. En algunas instancias el termino más antiguo “Trabajo de campo de estudio etnológico”, es usado con significado idéntico.
BIBLIOGRAFÍA
  • Bonfil, G. (1973) Cholula; la ciudad sagrada en la era industrial, México: Universidad Nacional Autónoma de México.
  • Karremans, J.A.J. (1984) ‘Kerstmis als drama op het Mexicaanse platteland. Deel 1: de etnografische gegevens’, Wampum 1, 2/3:89-99. --, (1985) ‘Kerstmis als drama op het Mexicaanse platteland. Deel 2: analyse’. Wampum 2, 1; 8394.
  • Kubler, G. (1968) ‘La traza colonial de Cholula’. Estudios de Historia Novohispana II; 111-127.
  • Lewis, O. (1960) Tepoztlan, Village in México, New York: Holt, Rinehart & Winston
  • Müller, F. (1973) ‘El origen de los barrios de Cholula’, Boletín del INAH, época II, 5; 35-42.
  • Palerm, A. (1974) ‘A manera de presentación’, in: T.Rojas, R.A. Strauss, J. Lameiras (eds), Nuevas noticias sobre las obras hidráulicas prehispánicas y coloniales en el Valle de México; 7-17, México; SEP/INAH.
  • Piho, V. (1975) ‘La confirmación de los señores de Calpan’, in:XIII Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología: Antropología Física, Lingüística, Códices; 295-300, México.
  • Redfield, R. (1941) Tepoztlan, a Mexican Village. A Study of Folk Life, Chicago; The University of Chicago Press.
  • Zantwijk, R. van (1977) Handel en Wandel van de Azteken. De sociale geschiedenis van voor-Spaans Mexico, Assen/Amsterdam; Van Gorcum. --, (1985) The Aztec Arrangement, Norman; university of Oklahoma Press.
  • Zuidema, R.T. (1965) ‘American social systems and their mutual similarity’, Bijdragen tot de Taal, Land en Volkenkunde 121, 1;103-119.
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